UN MUNDO DE INJUSTICIAS
El Tiempo
16 de agosto de 2011
De tiempo en tiempo, una noticia viene a estremecer a la humanidad, sobre todo porque revela el grado de injusticia existente, la brecha enorme que separa a unos seres humanos de otros, la falta de solidaridad, el imperio de fanatismos, la carencia de todo.
En esta ocasión ha sido un país africano el que casi sucumbe víctima del antiguo y no derrotado flagelo del hambre.
De esa hambre que hace aparecer el rostro y los cuerpos de sus víctimas con la lacerante imagen de la desesperación, del desconsuelo, de la falta de confianza en todos.
Cuando nos enteramos de lo que ocurre, pensamos que los seres humanos realmente hemos avanzado muy poco, a pesar de nuestras conquistas, de los cambios y los giros que ha dado la ciencia a la propia vida.
Pero el hambre se enseñorea en la vida de millones de personas y no solamente en el Africa, también en América, también en el Ecuador, e inclusive en los países más desarrollados, existen minorías que se angustian y sufren y se sienten impotentes frente al hambre de sus hijos, frente a la insatisfacción de las necesidades básicas.
Los vientres hinchados, los ojos apagados, los colores desvaídos de los cabellos, la angustia reflejada en sus semblantes, son otros tantos recordatorios a la humanidad, para que se extremen los esfuerzos por tener un mundo más equitativo, más justo, más en la búsqueda de la creación de modelos y sociedades más incluyentes.
El ejemplo de Somalia, país al que ni siquiera puede llegar la ayuda humanitaria suficiente, porque los integristas no permiten la circulación de autos con vituallas para satisfacer lo más elemental, debe servirnos para meditar y actuar, para pensar nuevamente en que no podemos tener un mundo saludable si ciertas regiones no conocen la justicia, no aspiran a consagrarla y viven en una especie de día a día, de miras estrechas y resultados absolutamente pobres.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO