MALA NOTA
El Tiempo
5 de julio de 2011
Las Asambleas Legislativas, Congresos, o como quiera que se llame a los cuerpos colegiados que tienen que hacer leyes y fiscalizar a los otros poderes del Estado, manteniendo la independencia y separación de poderes establecida por todo régimen democrático, no han gozado en general de buena fama, más bien todo lo contrario, y muchas veces se ha acusado a sus miembros del ejercicio de influencias indebidas, de manejo discrecional de fondos públicos, y un largo etcétera.
Sin embargo, con las críticas que se hicieron por parte de quienes ahora detentan el poder en el Ecuador, con la vigencia de una nueva Constitución, con la preocupación por colocar gente aparentemente nueva en el máximo organismo representativo del pueblo y de la democracia, se pensaría que las cosas debían cambiar y que los ahora denominados asambleístas, gente nueva y decidida, la Asamblea debía transformarse en esa especie de santuario de la democracia, de espacio en donde se concentren los pensamientos más nobles, en donde se garanticen los derechos de los ciudadanos, para de esa forma consolidar un estado en el que los ciudadanos de todos los sectores podamos confiar y trabajar en paz.
Sin embargo, y mirando los datos estadísticos de las últimas encuestas realizadas por los especialistas en estos temas, nos encontramos con que la mayor parte del pueblo reprueba el trabajo de la Asamblea legislativa, como que otra vez se vuelve a instalar la desconfianza en este poder del Estado, y se mira a sus integrantes como personas que no han sabido estar a la altura de sus circunstancias y de las que el país demanda.
La Asamblea ha vuelto a reproducir los viejos vicios de la denominada partidocracia, exhibe entre el bloque oficialista un servilismo para con el ejecutivo que realmente desdice de la condición de personas escogidas y elegidas para legislar y para fiscalizar.
Esto no quiere decir jamás que se aliente la pugna de poderes, pero que se establezca que si es necesaria una mayor madurez que permita el ejercicio pleno de las tareas para las que fueron elegidos.
Podemos entonces afirmar, que la Asamblea legislativa ha obtenido MALA NOTA en sus calificaciones frente a la ciudadanía.
ROSALÍA ARTEAGA SERRANO